Los científicos rusos están asombrados con el comportamiento de los perros callejeros de Moscú, cuya inteligencia crece día a día.
Estos animales, que viven en los suburbios, suben todas las mañanas al metro para trasladarse al centro de la capital, donde utilizan sus habilidades para agenciarse los alimentos.
Escogen los vagones de los extremos que suelen estar más vacíos. Estas actuaciones demuestran una inteligencia extraordinaria.
Por ejemplo, un ciudadano compra un bocadillo en uno de los kioskos de comida rápida, habituales en el centro de Moscú, y empieza a comérselo mientras camina por la calle. De repente, nota un empujón por la espalda, al tiempo que escucha un fuerte ladrido; sorprendido, deja caer el bocadillo al suelo, circunstancia que aprovecha el perro para apoderarse del mismo.
Pocos minutos después, un adolescente pierde su comida de forma similar. Estamos en plena cacería urbana de los modernos perros rusos.
El Sr. Poiarkov, del Instituto de Ecología y Evolución de Moscú, dice "Lo curioso de este caso es que el perro puede definir, con mejor análisis psicológico que un humano, quién dejará caer el bocadillo y quién no, al ser asustado de esa manera."
Los perros también utilizan una técnica más sutil, que consiste en apoyar la cabeza cariñosamente en las piernas de alguna chica que esté sentada en un banco, comiéndose una hamburguesa. La joven no puede resistir la cariñosa expresión del perro y comparte su comida con el animal.
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